Después de doce años de visitarla, Manuel comenzó a sentir amor por Luciana. Ella, en cambio, lo había amado siempre.
Los dos eran psicólogos y pasaban tardes, meses y años enteros discutiendo. Pocas veces acordaban. Sin embargo, Manuel nunca djaba de visitarla. Alguna que otra tarde, Manuel había cerrado de un portazo la puerta de la casa de Luciana. Se iba realmente enojado. Pero ambos sabían que al otro día el tocaría de nuevo la puerta del 5D (casi la misma que tocaba Mariel, cuando visitaba al capitán).
Quizá fue poruqe trabajaban en el mismo lugar, pero lo cierto era que Manuel nunca miró a Luciana más que como a una colega. O no le atraía o no se daba cuento de aquello.
Los dos eran solteros. Pero no tenían apuro. O, al menos él.
Luciana pasó aquellos doce años ansiosa. Cada tarde que Manuel estaba en su casa, ella esperaba que el la besara. Pero ese beso solo existió en su cabeza. En su imaginación.
Y Manuel no era consciente de lo que Luciana sentía por él. Hasta le contaba de sus mujeres. Y ella, triste, lo escuchaba atenta. Le daba consejos; lo amaba tanto, que no quería, y no podía, callarlo.
A Manuel le parecía raro que ella nunca le hubiese contado nada. Ella era hermosa.
- No, estoy esperando al hombre indicado - respondía siempre Luciana, al mismo tiempo que sabía que ese hombre, lo tenía en frente. Y no se lo decía.
Cuando ese amor que Manuel llegó a sentir por Luciana, empezó a gestarse, él trataba de desmentirse internamente; llegaba a pensar que era por tanta visita, tanta cercanía, tanta compañía. No se ponía de acuerdo consigo mismo. Sólo tenía una certeza: que lo que sucedía, era extraño.
Un año entere soño Manuel con confesarselo: pero ganó (como tantas otras veces) el miedo al rechazo. Ahora el también imaginaba ese beso, que Luciana había anhelado por doce años. Sin embargo, nunca lo intentó.
El 14 de Febrero marcó la suerte de Manuel. Sí, el día de los enamorados.
- Me voy a casar - le dijo ella.
- ¿Con quién?, ¿con Fabricio? - preguntó.
- Sí - sentenció Luciana.
Los ojos de Manuel se llenaron de lágrimas. Ella lo notó y le preguntó porque era.
- De feliciadad por vos - mintió Manuel. A él mismo, y a ella. No recordaba haberle mentido antes. Sólo quizo abrazarla.
Ella sabía que él le mentía, pero el calor del abrazo que estaba sintiendo le permitía solo quedarse en silencio. Y disfrutarlo.
No sabía porque, pero creía que esa, sería la última vez que lo vería.
- Me voy a hablar con Fernández, por la clase de mañana - volvió a mentirle.
Se despidieron con otro abrazo. Para siempre.
El ahora, sabía que el amor había estado a su lado. Pero había estado demasiado ciego.
Era tanto el dolor que sentía, que terminó por vencerlo. Decidió no sentirlo más.
Y el pobre Manuel (lleno de espanto y de dolor) imitó al capitán.
5 comentarios:
Maravilloso maestro! Estamos todos de vuelta, pasese por mi espacio! Un abrazo!!!
Debastador. cada dia mejore hermano!!, me paso de comenzar a leer y olvidarme de que eras vos el que escribia. clap clap y clap.ll
y yo me pregunto quien soooo?
jajaj que no sabés quien soy?? y eso te mata de curiosisdad??
y si los medios son la fuente de la difusion, noo???
no te voy a decir quien soy pero esate seguro de que me conocés!
chau sauceeee!
en definitiva Manuel llegó demasiado tarde...pero q fue lo q le pasó al capitán?? esa parte no la entendi :S
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