26 dic 2007

Odontóloga Ferreira

Los doce turnos que tuve con ella fueron los mejores de toda mi vida. Se llamaba Viviana Ferreira y era odontóloga. Yo le decía doctora.
Me atendió tres lunes, cinco martes, tres miércoles y un jueves. Nunca un viernes. Quiero decir, siempre intente sacar un turno para los viernes. No sabía como se sentía pasar un viernes con ella.
Lo triste de todo esto, es que fue mi propia señora la que me la recomendó. Perdón, ahora es mi ex señora.
- Conozco una dentista que es divina - me dijo el 14 de Abril. Recuerdo porque ese fue el primer día que pedí que ella me atendiera. Me atendió un 28 de Abril.
- Moroz Fabio - dijo a las 15:47 de ese 28.
No recuerdo si fue porque dijo mal mi apellido u otra cosa. Pero lo cierto es que pude pararme 20 segundos después de que me llamó por primera vez.
No pretendo escribir aquí una especie de relato del día por día que fui a verla, a atenderme. Creo que eso es menos importante que contar lo que sucedió luego. Cinco meses después de esa primera vez.
Creo que allí agarré la costumbre de divertirme en una sala de espera. Nunca me agradó leer chimentos. Nunca vi otro rubro de revistas en un lugar como eso. Sin embargo allí me encantaba
Tartamudeaba al hablar con ella. No podía hacerlo, dudaba de todas mis respuestas. Eso lograba, intimidarme.
- Lo lo que pasa, es que eh.... - así hablaba. Parecía retardado.
Creo que fue el 18 de Julio que ella notó que algo raro yo tenía. El décimo turno.
Después de tres meses seguidos de ir a su consultorio, y con mi dentadura ya en un estado nunca antes visto por mí en mis 47 años. Perfecta creo que estaba.
Le pedí que me atendiera una vez más. Ella me dijo:
- Es que no hay nada que hacer ya Fabio - me contestó. Fue la primera vez que la escuché decir algo que me parecía cruel. Creo que se trató de la persona más buena y dulce que alguien pudo llegar a conocer.
- Bueno yo yo voy a, a.. saco el turno - le dije, y me fui casi corriendo.
Sin duda se sorprendió cuando me llamó aquel día. Yo me paré de inmediato y le besé la mejilla. Casi que la arrastré hasta su consultorio.
- ¿Cómo estás? - le pregunté.
- Bien ¿Y vos? - me respondió. Ella es buena y dulce.
- Yo bien la verdad, sabés que me agarró un dolor terrible de muela.
- Ah bueno, recostate - me pidió. Repito, ella es dulce y buena.
Le aclaré cual era la muela. Ella sabía que yo mentía. Había aprendido a descifrar lo que me decían sus gestos.
- Sabés que no pasa nada. Quizá te haya pedacito de comida. Y se te salió cuando venías para
acá - me trató de explicar. Ahora yo descubrí que ella mentía. Pero lo hacia para que juntos no pasemos un momento desagradable.
- Ah. Mirá que cosa - dije, en una mala actuación de sorpresa - me voy entonces, si me vuelve a agarrar sacó un turno.
Su cara se puso pálida. No podía creer la obsesión de la persona que tenía en frente.
El 12 de Septiembre ocurrieron dos desgracias. Dos rupturas.
La primera con mi odontóloga. A las 16:18.
Cuando llegué al consultorio alguien estaba estacionado en frente en una camioneta 5 estrellas. Estoy seguro que era el marido.
- La muela - detallé de modo mal disimulado.
- Por favor no vengas más - respondió. Fue letal. No podía siquiera enojarme con ella. Otra vez, ella es buena y dulce.
Me fui casi llorando de allí. Sabía que sucedería. Pero las cosas tristes que uno sabe que son inevitables, cuando ocurren son igualmente dolorosas.
A las 20.04 sucedió la segunda desgracia. Me separé de mi esposa. Pero decidí contarla segunda porque no la creo muy importante. Es más, creo que eso realmente no me afectó.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Que interesante tanto cuento, tanta historia publicado en la red, me produce pensar la novedad de la vida privada hecha pública, partiendo antes de preguntas como ¿es posible un cuento no autobiográfico? ¿Es factible un cuento despojado de la vida de quien lo escribe?, pq si fuera así podríamos pensar un cuento sin autor, que lo podría haber contado una abuela a sus nietos, como un funcionario a su secretaria, o un DT al equipo en la charla previa a un encarnizado clásico de la LIFUNE, es decir que se le podría adjudicar a cualquiera, y un cuento sin arraigo es simplemente una formula matemática que tiene la posibilidad de aplicarse a troche y moche. Sin vida no hay autor. Y sin autor es imposible escribir un cuento.
Si fuera así podríamos pensar también un cuento sin tiempo, si no hay vida detrás, no hay momentos, no hay cuentos que se escriban de noche ni de día, no los hay escritos desvelados o casi dormidos, no los hay escritos después de comer ni sin comer, no los hay escritos esperando el colectivo o perdiendo el colectivo, no los hay escritos a los apurones o con minutos de sobra, no los hay escritos a los 9 años, o en la adolescencia, no los hay escritos añorando un futuro o condenando un pasado. Sin tiempo no hay imaginación. Y sin imaginación es imposible pensar un cuento.
Y pensar un cuento sin tiempo es armarlo sin sensaciones escondidas detrás, debajo, sobre y dentro de él, si no hay adolescencia no hay detrás, debajo, sobre y dentro: miedos, promesas de amores eternos y sueños de muertes inexistentes, humores cambiantes a velocidades superiores que el propio transcurrir de las situaciones; si no hay desvelos no hay detrás, debajo, sobre y dentro: momentos que necesiten volver a ser pensados incluso rompiendo con el correcto acontecer de sueños y despertares, que son lamentados innumerables veces, recordados inmejorables veces, que son vueltos a llorar una y otra vez, que son vueltos a olvidar noche tras noche. Sin tiempo no hay sensación. Y sin sensación es imposible armar un cuento.
Hago esta extensa introducción para sostener la idea de que en todo cuento hay detalles autobiográficos, pueden ser estos concientes o inconcientes. ¿Y que con esto? Esto es importante pq le advierte al lector desprevenido webeante que está a punto de sufrir una inevitable clasificación. Parece enredado pero en realidad es muy simple, si digo que en todo cuento entre líneas y a veces sobre ellas está quien lo redacta, de deduce lógicamente que quienes lo lean automáticamente se separaran entre quienes conozcan al redactor y quienes no.
Para quienes no lo conozcan el problema se acaba aquí, todo lo que leen les parece nuevo, algunas cosas in entendibles serán adjudicadas a la locura del culpable de escribirlos, a complejas técnicas ancestrales de la literatura ó simplemente a la propia ignorancia. Continuando alegremente su recorrido por la web, gastando su plata en un ciber, en su casa o en el mejor de los casos aprovechando del magnifico invento de la banda ancha.
Ahora aquellos que conozcan al dueño del blog entraran al leer, aun sin su consentimiento, en una especie de torbellino de dudas e incertidumbres donde intentaran con progresiva desesperación tratar de descifrar lo que el conocido, el amigo, el familiar o el flaco con el que se despertaron esta mañana y que al despedirse subiéndose al taxi les dejo una pizca de intriga, quiso decir. Buscaran comprender pq escribió tal párrafo, si tendrá que ver con aquello que vivieron hace un par de semanas, o con eso otro que sabe que le paso pero no le contó. Practicarán enroscadas relaciones entre sucesos que conoce de su vida y fragmentos del texto que va experimentando, haciendo gala de una ventajosa superioridad frente al sector de lectores marginado: ellos conocen al autor… ¡como no van a entender que quiere decir y pq lo dice!
Después de reiteradas elucubraciones, el amigo-lector (categoría bajo la cual encerraremos a todos aquellos que conocen al autor) exhausto y derrotado decide retirarse del blog sin haber logrado la completa y detallada explicación de cada frase leída que buscaba, y se conforma con el orgullo que le produce el hecho de conocer a ese alguien que ha logrado juntar mas de 3 palabras y hacerlas confortables a la lectura.
Este es el cuento, historia, pensamiento que me arme yo en mi cabeza al leer tus cuentos.

sauceano dijo...

que gratificante sinceramente querido/a anonimo (aqui no pongo /a ya que dado que la web es machista, no agrega la opcion anonima)recibir una critica con tanto analisis sobre mi escrito.
sin duda la primera parte es un analisis sobre donde sale realmente la lectura. Claro es inseparable del escritor (es decir de su subjetividad) y del tiempo y del espacio en el cual lo escribe. Hoy resultaria increiblemente aburrido escribir sobre las luchas de napoleon, o hubiese sido imposible que en 1960 alguien hablara del corralito. Quiero decir, un texto, un escrito, siempre se situa necesariamente en un conteso espacio-temporal, ya que si no, su comprension solo abarcaria un solo aspecto : el de la escritura.
Creo que en cada uno de los escritos de alguien, se esconde aunque sea, un pequeño fragmento de su vida, o de la vida de alguien al que conoce. Este para mi no es un punto que le saque imaginacion a un texto. Quien se animaria a decir que garcia marquez carece de imaginacion, porque macondo fue una idea "sacada" de su experiencia en aracataca.
En cuanto a la gente que me conoce o no, que puedo decir mas que es claro, la gente que me conoce (el lector-amigo) puede llegar a interpretar de manera similar a la que lo hago yo, al leer mi escrito. Pero aquellos que no lo conocen, quiza una critica positiva sea sumamente rica, ya que esta dada desde la plena objetividad-
querido/a anonimo, me has hecho pensar un buen rato. Muchas gracias.



P:D: cuanto tiempo tu identidad sera anonima?

Anónimo dijo...

Esperaba que te detuvieras por un momento en el juego imaginacion-experiencia, no me extendi mucho en esa idea, pero no importa, lo hago ahora.
Como decirlo...pienso que no hay una pelea o una oposición entre la imaginación y la experiencia, precisamente lo que quería decir es que ponemos como base el hecho de que sin experiencia no es posible un cuento. Pero a su vez sin imaginación tampoco se puede crearlo, sería ingenuo pensar que garcía marquez o cualquiera que se detenga a contar puede hacer una exacta recuperación de situaciones pasadas. Es decir hay por un lado "acontecimientos" (vamos a encerrar aquí todo aquello que acontece), y por otro, personas a las cuales estos acontecimientos le acontecen. Las mismas son incapaces de trasladar exactamente el acontecimiento al relato, entonces es en este momento donde entra la imaginación, esta se cuela en los recondijos donde la memoria falla, en los detalles que los ojos no vieron, en los sentimientos nebulosos que se sintieron. Porque hay que apuntar también que el mismo hombre o mujer al cual le acontecio el acontecimiento, no es el mismo hombre o mujer que lo está contando, inevitablemente estamos parados frente a dos personas distintas, incluso hablando exclusivamente del acontecimiento acontecido, quien lo esta relatando ya ha vivido el acontecimiento, lo cuenta con palabras y sensaciones de quien ya lo ha vivido, frente a aquella misma persona para la cual era todo novedad el acontecer.
Para cerrar despues de tanto enredo acontecido, sigo sosteniendo la idea de que sin imaginación no es posible el cuento, y ahora frente al debate surgido agrego, que es condicion de un cuento la experiencia pero sin imaginación tambien es inherte.

sauceano dijo...

esta claro esta claro




P:D: sera tu identidad mucho tiempo mas oculta?