26 nov 2007

El ánimo

Entiendo a este concepto como la dirección que toma todo. De él depende absolutamente cualquier acción o no acción.
Si está bien, nos lo transfiere. Está deprimido y lo sentimos profundamente.
Maneja el sistema en su conjunto.
Y cuando golpea...hace escribir una serie de porquerías, como la que voy a dejar de escribir en este preciso instante.

24 nov 2007

Cuento Sillonario

Al mismo tiempo que el maldito cáncer carcomía a mi padre, una pregunta iba rondando en nuestra cabeza, ¿Qué pasaría con el sillón hamaca de papá? ¿Cuál de los tres hermanos se lo quedaría? No había ningún tipo de información que adelante a Jorge, ni a Rosana ni a mí.
Todos sabíamos que para la muerte de papá no faltaba mucho, éramos conscientes de eso. La enfermera que lo cuidaba era su mayor compañía. Yo iba casi todos los días a verlo, mientras que los otros dos, sólo a veces. Ese dato podría jugarme a favor cuando el sillón pasara a otras manos.
Esté sillón fue y es el preferido de los tres. Pasábamos horas hamacándonos ahí y ahora que sabíamos que tendría que tener otro dueño... todos lo queríamos heredar.
Todavía nadie había planteado la discusión, quizás, todos nos estuviéramos preparando para el momento. Sabíamos que en algún momento se tendría que dar. Jorge, creo yo, el más tonto de los tres podría argumentar que él era el mayor y que por eso el sillón debía tenerlo él. Su cabeza no daba para más que eso. Por el lado de Rosana, creo que ella era la menos interesada, pero con tal de no dejárselo ni a Jorge ni a mí, entraría en la disputa.
Ya casi ni me veía con ellos; nunca nos habíamos llevado bien. Siempre hubo discusiones entre Jorge y Rosana. Primero por juguetes, luego por dinero. Era insoportable escucharlos pelear.
Cada día que pasaba, y que papá se iba apagando, crecía mi sospecha de que Jorge pudiera ir a robar el sillón; siempre desconfié de él, desde el día en que me enteré, ocasionalmente, que se había acostado con mi ex novia. Nunca se lo dije; era estúpido hacerlo, ya que sabía que su conciencia lo sufría.
Un día, sin embargo, algo muy extraño sucedió. Laura, la enfermera de papá, me llamó para decirme que el sillón simplemente no estaba y que papá no sabía, por el hecho de que sólo estaba en su cama.
Me comuniqué urgente con mis hermanos.
Era simple. No había habido ruidos en la noche que despertaran a Laura. Ni la puerta, ni ninguna ventana, habían sido forzadas. Alguien, había ido a la casa de papá a la noche y había entrado; los únicos tres que teníamos llave de esa casa éramos nosotros. Alguno se había llevado el sillón.
La primera respuesta que dieron ambos fue que Laura se había llevado el sillón. ¿Para qué? ¿ Por qué iba a hacerlo? ¿Ella también lo deseaba? Me pregunté.
Decidimos no avisarle a la policía. Era estúpido hacerlo. El sillón sólo podía haber sido sacado de la casa por alguno de nosotros tres. O mejor dicho de nosotros cuatro.
Como yo era el que más visitaba a papá, era el indicado para hablar con Laura. Creo que me sentí mal cuando ella se quebró, yo sabía que ella no había sido, era demasiado buena y hasta ingenua para hacerlo. Yo tenía una confianza ciega en ella, además que sabía que cuidaba demasiado bien a papá.
Se lo comenté a los retrógrados y me dijeron que bueno, que echáramos a Laura, cosa a la que me opuse, no me parecía correcto hacerlo. A parte papá la adoraba.
Finalmente no lo hicimos.
Papá se fue, sin saber que el sillón no estaba donde siempre había estado.
El día del velorio fue demasiado triste, me parecía notar que Rosana y Jorge lloraban más por el sillón, que porque papá se había marchado.
Esa fue la última vez que los vi, hace exactamente 2 años, 8 meses y 23 días. Creo que la herida y la desconfianza fue más que cualquier momento que hayamos compartido.
Al fin y al cabo, la verdad, no me interesa verlos. Es más, creo que sería hasta hipócrita hacerlo.
Pero lo que más me molesta, es su inocencia. Son demasiado lentos, bobos. No sé porque me decidí a escribir esto, no me beneficia en nada. Pero ya lo he hecho, y quedará para siempre, quizás.
Por mi parte, me sigo hamacando, como cuando era chica, mientras me empiezo a para, para ir a encender el auto, que me llevará al cementerio, claro, a ver a papá.

22 nov 2007

Felicidad 2



Que ingenuo sos.
Te disfrazás detrás del antifaz, con un título grande que dice FELICIDAD.
Ponete la mano en ese corazón de chatarra y sé honesto, ¿Es verdadero ese cartelito?
No, chico. Frená el carro y pará el motor.
Sí. Esperá. Bajá y hablemos.
¿Vos creés en ese antifaz?
Mirá yo te voy a explicar una cosa.
Aunque vos te lo dejes puesto, yo sé que no es cierto. Lo peor es que vos no sabés que no es verdad. Vos realmente estás siendo sincero.
Pensás que lo que arriba de tus ojos dice FELICIDAD, es porque realmente está ocurriendo.
- Es que es así - me dijiste ayer.
No no no. Tus ojos son demasiado pequeños. No ven más allá de tus cejas.
Sacate los anteojos primero.
¿Sabés que sos vos?
Un pelotudo.
- Pero, ¿Porqué? - me preguntaste.
- Porque sí - respondí.
Nunca llorás, nunca te lamentás, nunca reflexionás, nunca nada de nada.
¿Qué te puedo decir más que sos un pelotudo?
Yo, prefiero irme a llorar, lamentarme por la vida mediocre y reflexionar sobre que mierda hago.
Sí. Como escuchaste.
El problema, ¿Entendiste cúal es?
- No - dijiste agachando la cabeza.
Es que cuando dejémos de hablar, vos vas a irte a tomar una limonada.
- Es que la vida es hermosa - me gritaste cuando me iba

17 nov 2007

Virginidad Amorosa

Lo único que lamentaba Don Leopoldo a sus 78 años era eso, no haber hecho nunca el amor.
No es que nunca se había acostado con una mujer. Tenía dos hijos. Pero ellos no eran resultado de un exaservado amor, ni nada que se le parezca.
Son esas noches en las que uno sale por un rato de su cabeza, y al otro día recién se dá cuenta.
Y aunque él ese secreto no lo compartía con nadie, todos lo sospechaban.
En su mirada se hacía notar.
Y ahora como estaba, tirado en una cama, ese profundo dolor que sentía Don Leopoldo se reflejaba más.
Sus dos hijos, Julio y Rosario, lo sabían. Igual que todos los que rodeaban a Don Leopoldo.
Hasta Laura, la enfermera con la que estaba todo el día se ya lo había notado.
Un día, no recuerdo si Jueves o Miércoles, se lo preguntó de forma algo sútil.
- Que raro que no vengan a verlo mujeres a usted Don Leopoldo. ¿Nadie lo ama como para venir a verlo? - preguntó Laura.
- No nena. Te voy a confesar algo. Yo no amo. Como mucho quiero - le dijo al tiempo que empezaba a toser.
Don Leopoldo, sin embargo, sentía que a Laura ya la apreciaba.
Se puede llegar a amar a un enemigo si se está todo el día con él.
Y Laura, cuanto menos quería, más se encariñaba con ese viejo renegón.
Don Leopoldo tardó en morirse. Eso por lo menos, fue lo que me dijo Laura.
Estubo exactamente nueve meses en su cama esperando irse del mundo. Nueve meses tirado.
A pesar de eso, vivió esos nueve meses más intensamente que el resto de su vida.
Porque allí, en esa cama, empezó a sentir lo que nunca había sentido.
Tirado como estaba, podía moverse. Hablaba con Laura horas y horas.
Se hablaban, se escuchaban, se reían, se querían.
Todos los remedios que Laura daba a Don Leopoldo, estaban anexados por ese sentimiento que Laura también empezó a encontrar.
Pasaron nueve meses mirándose. Sin tocarse. Sin besarse.
Una vez sola lo hicieron. Se tocaron. Se amaron.
Don Leopoldo empezó a notar que por primera vez en sus 78 años, estaba haciendo el amor.
Fue tan, tan grande la sensación de felicidad que sintió en ese momento, que colapso de alegría. Lamentablemente ese colapso se transformó en el infarto que se lo llevó del mundo.
Pero Laura, hoy me lo aseguró.
- Se fue contento, porque pudo por fin, hacer el amor.

11 nov 2007

Testarudamente

74 veces me dijiste "no", 48 "tal vez" y 3 "sí".
A pesar de que sabía lo que tus sentimientos pensaban, yo insistía, no aceptaba la idea de perder tu compañía.
Jamás contestabas el teléfono. No querías hacerlo. Conseguiste ese puto agujero en la puerta, para revisar si yo era efectivamente el que la golpeaba. Claro, tampoco querías atender.
Pero la resignación no es una de mis cualidades. Mi cerebro no llegaba a admitir realmente la situación. Creo que eso me sucedía porque todo el tiempo de mi vida recordé esas 3 veces que me dijiste que sí.
2 fueron porque estabas demasiado sola, y no estabas acostumbrada a eso. Vos tampoco aceptás los escenarios que tenés en frente de tus ojos. La vez restante, no llegué a entender realmente si me afirmaste. Estabas tan borracha que no podía llegar a entender ninguna de tus palabras.
Pero allí ariesgue, e intenté besarte. Lo conseguí. Por eso es que hoy interpreto que fue un sí.
Cuando de tu boca sale el "tal vez", vuelvo a preguntarte el día siguiente. No sé controlar la ansiedad. La respuesta habitualmente es un "no".
Nunca estuviste a mi lado. Pero mi imaginación va más rápido que yo. Y hoy, cree que es imposible vivir distante.
Ayer volviste a decirme que no. La vez número 74. Cada vez que hay un "sí", me hacés suponer en que nunca más volvera la época del "no".
Pero yo no me resigno nunca. Y dejaré de escribir esto, porque iré a buscar el teléfono para llamarte.

9 nov 2007

Adióz verano infame

No puedo decirlas con total exactitud. Pero lo único que se es que fueron muchas las cosas extrañas que me sucedieron.
Sin embargo, hay una que siempre cuento, que me parece ser la más rara de todas. Sucedió hace mucho, no recuerdo tampoco hace cuanto (dado que a partir de ese suceso, mi memoria empezó a trasponerse).
Pero no me gusta generar suspenso, ni nada que se le parezca. Quiero contar, una vez más, eso que me ocurrió, hace como ya aclaré, no se cuanto tiempo.
Todo empezó una mañana y terminó a la misma noche.
Desperté cerca del mediodía. Pero durante los primeros 50 minutos, creí y anhelé estar soñando.
Me dí cuenta de que no era un sueño, de que estaba despierto, que estaba viendo lo real, y lo peor, que eso no podía cambiar ya.
Mi casa era distinta cuando me había acostado. El aire era otro. Creo que hasta las cosas estaban desordenadas. No pude encontrar nada en su lugar.
La gente que amaneció conmigo el día anterior no estaba. Se habían ido. Me pareció haber escuchado que me lo advertían, pero yo, no quise escucharlos, no quise creerles.
A pesar de que busqué por toda la casa, no logré encontrarlos. Revisé rincón por rincón. Pero ellos ya no estaban. Salí al patio. Pero allí me esperaba como siempre, el sauce. Mi perro no supo responderme si los había visto salir.
A cambio de ellos, había un solo hombre. Extraño, distante. Traté de identificarlo, pero no pude hacerlo, era demasiado raro. Me parecía que nunca lo había visto en mi vida. Aunque sabía que eso era mentira.
Cerca de la tarde, un clima de tristeza me empezó a invadir. Nadie de los que yo quería que estén allí en mi casa estaban. El calor del verano era mi única compañía.
Creo que se tornó más triste aún, a la noche, cuando empecé a preparar mi comida.
Me dí cuenta que no iba a tener el mismo sabor que la de la noche anterior, porque no iba a compartirla con la gente que yo deseaba hacerlo.
Terminé de comer, me lavé los dientes, y fui para el piso de arriba, a dormir.
Allí, cuando reposé mi cabeza sobre mi almohada, me dí cuenta de que todo el día había estado angustiado, de que no ya no iba a ser lo mismo, de que la gente que alguna vez había estado, ya no estaba, y que nunca regresarían.
Me costó dormir, no podía hacerlo. Quería programar mi sueño. Sí, quería soñar, por ultima vez aunque sea, con todo lo hermoso y toda la bondad que había reinado en esa casa.
Porque sabía que ellos, la gente que hoy había faltado, mañana, lo volvería a hacer.

7 nov 2007

"No me importa lo que pienses, no andes mal" (del otro lado del río)



Si una lágrima empieza a rodar sobre tu mejilla,
mís ojos no podrán retener el dolor.
Si tu rostro realiza un gesto de tristeza,
el mío no podrá sonreír.
Si tus labios no me muestran su entereza,
los míos se vuelven vulnerables.
Cuando tu alma se desnuda, y me demuestra su tristeza,
la mía no sabe como mantenerse en pie.
No puedo verte mal,
sòlo sucede eso.
No puedo saber que estás deprimida,
porque mi cuerpo entero empieza a decaer.
Y si tu cuerpo muere por la angustia,
el mío no podrá resistirlo,
y reposará para siempre, al lado del tuyo.

6 nov 2007

Felicidad

Me rasco la cabeza, a ver si de allí puede salir la respuesta a todo.
Pienso, pienso y pienso.
Pero todos mis esfuerzos son en vano, la respuesta a mi gran interrogante no está.
Busco en mi pasado algún momento felíz. Encuentro varios, pero me parecen insuficientes.
Algún sector de mi cerebro empieza a recordar los tristes: Muertes, Traiciones, Dolor, y otros sufrimientos parecidos son revisados.
Me parecen demasiados. Tantos que no puedo dejar de pensar en ellos.
Al instante, miro al lado.
No hay nada.
No encuentro absolutamente nada. Veo cosas. Todas vacías.
Son solo formas, figuras.
Pero en ninguna encuentro aquello que tenga valor real para responder mi pregunta.
Creo que lo único en lo que veo el verdadero sentido es en el afecto.
Pero ¿De quién?
Tampoco encuentro la respuesta a esta tonta pregunta.

¿Tan vacío puede ser todo esto?

5 nov 2007

To.... (she knows)

La observo...ella no
De repente, una mirada suya se clava en mis ojos...me intimída..no me cautiva
Porque no la puedo mirar a los ojos
Su sonrisa...es atrapante...
Eso si puedo ver...
Su boca suave, sus labios sublimes..
Su bella figura, que parace haber sido realizada por algun perfeccionista
Hasta su gesto de soberbia me parece admirable...
Me hace suponer que es de humildad
Pero aún, sin poder observar sus pequeños y celestes ojos...

4 nov 2007

Eterna timidez

La vi cuando ya no me miraba. Se estaba yendo cuando junté todas mis fuerzas para hablarle. Pero no lo hice. Soy tímido.
Cuando la vi de vuelta sabía que era mi oportunidad. Pero no la aproveché. No hay nada que pueda hacerse. Soy tímido
Siempre viajó conmigo. Al lado. Siempre se bajaba en el mismo lugar donde yo lo hacía. Pero yo nunca le hablé. Soy tímido
Hacia exactamente cuatro años que se sentaba al lado mío. Siempre quedaban asientos vacíos. Pero ella elegía a mi lado. Pero yo, soy timido.
Supe su nombre. No porque se lo haya preguntado. Sino porque un amigo me lo dijo. Yo no se lo puedo preguntar. Soy tímido
Un día estaba dispuesto a hablarle. Lo juro. Pero ella no se sentó al lado mío. Ni en el colectivo tampoco. No se sentó. Esta vez no le pude echar la culpa a mi timidez.
Al otro día cuando me levanté compré el diario. Fui a esa sección en la cual los familiares recuerdan a los que ya se han ido. Su nombre estaba allí. Nunca le hablé, al fin y al cabo ya lo saben. No le hable, porque soy tímido.

3 nov 2007

Todo es nada

Cuando observás a todos tus alrededores y no encontrás una sola cosa útil para seguir.
Todo te parece extraño, lejano, como si realmente no supieras donde estás.
La gente te habla, pero vos no escuchás, solo te entran sonidos que se van por otro lado.
Visualizás cosas, pero no lo hacés realmente.
Tu mente se encuentra en una especie de Océano. Estás demasiado léjos de encontrarte. Frío.
Las sonrisas que se presentan son falsas. Abrazos fingidos.
Todo es raro. Lo blanco y puro, es oscuro.
De repente alguien te da una palmada en la espalda, al tiempo que te dice
- ¿Te pasa algo?
- Sí, todo.
Eso imaginás responder. Pero no sólo le decís
- No, todo bien. Gracias por preguntar.
Pero no pienses que mentiste. Solo ocultás.
Ocultás porque no tenés ánimo para contar.
No tenés ganas de nada.
Ni siquiera de estar parado.
Solo pensás. El peor de los remedios es pensar.
Pero lo hacés igual.
Por que pensar es lo único que te mantiene alejado de la gente. Aislado