9 nov 2007

Adióz verano infame

No puedo decirlas con total exactitud. Pero lo único que se es que fueron muchas las cosas extrañas que me sucedieron.
Sin embargo, hay una que siempre cuento, que me parece ser la más rara de todas. Sucedió hace mucho, no recuerdo tampoco hace cuanto (dado que a partir de ese suceso, mi memoria empezó a trasponerse).
Pero no me gusta generar suspenso, ni nada que se le parezca. Quiero contar, una vez más, eso que me ocurrió, hace como ya aclaré, no se cuanto tiempo.
Todo empezó una mañana y terminó a la misma noche.
Desperté cerca del mediodía. Pero durante los primeros 50 minutos, creí y anhelé estar soñando.
Me dí cuenta de que no era un sueño, de que estaba despierto, que estaba viendo lo real, y lo peor, que eso no podía cambiar ya.
Mi casa era distinta cuando me había acostado. El aire era otro. Creo que hasta las cosas estaban desordenadas. No pude encontrar nada en su lugar.
La gente que amaneció conmigo el día anterior no estaba. Se habían ido. Me pareció haber escuchado que me lo advertían, pero yo, no quise escucharlos, no quise creerles.
A pesar de que busqué por toda la casa, no logré encontrarlos. Revisé rincón por rincón. Pero ellos ya no estaban. Salí al patio. Pero allí me esperaba como siempre, el sauce. Mi perro no supo responderme si los había visto salir.
A cambio de ellos, había un solo hombre. Extraño, distante. Traté de identificarlo, pero no pude hacerlo, era demasiado raro. Me parecía que nunca lo había visto en mi vida. Aunque sabía que eso era mentira.
Cerca de la tarde, un clima de tristeza me empezó a invadir. Nadie de los que yo quería que estén allí en mi casa estaban. El calor del verano era mi única compañía.
Creo que se tornó más triste aún, a la noche, cuando empecé a preparar mi comida.
Me dí cuenta que no iba a tener el mismo sabor que la de la noche anterior, porque no iba a compartirla con la gente que yo deseaba hacerlo.
Terminé de comer, me lavé los dientes, y fui para el piso de arriba, a dormir.
Allí, cuando reposé mi cabeza sobre mi almohada, me dí cuenta de que todo el día había estado angustiado, de que no ya no iba a ser lo mismo, de que la gente que alguna vez había estado, ya no estaba, y que nunca regresarían.
Me costó dormir, no podía hacerlo. Quería programar mi sueño. Sí, quería soñar, por ultima vez aunque sea, con todo lo hermoso y toda la bondad que había reinado en esa casa.
Porque sabía que ellos, la gente que hoy había faltado, mañana, lo volvería a hacer.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Que triste men.
Pero todo pasa, creo,
cuando te terminas acostumbrnado y empesas a naturalizar lo que te hace mal. Nose si eso es bueno o malo . Pero si no aceptas la realidad, la realidad te empieza a pegar mal.mal.mal.mal.bien.bien.bien.bien
ejemplo de esto: hoy es viernes de nuevo, y yo de nuevo no tengo nada que hacer! pero la verdad que esta todo bien por que tengo una pizzeta congelada en el freezer.
OOOOOOOOOOO SI.
aguante the police.


Firma LEandro.