3 mar 2008

Marcos López

Marcos López no era un mal hombre. Todo lo contrario. De su cuerpo solo surgía la bondad y de su alma buenas intenciones. Nunca en su vida le pegó a nadie. Solamente dos veces insultó a alguna persona. La primera fue de adolescente, a los 17 años. Siendo un púbber un amigo le lanzó un pelotazo que casi lo tumba, a lo que Marcos le respondió con un fulminante:
- Andáte a la puta que te parió.
Pero después sintió que se había equivocado porque no sabía si la madre del otro adolescente era puta o no. La cosa es que luego le pidió disculpas.
La segunda vez que lo hiso fue a los 44 años. A su hijo menor, el Tomasíto. Este, siendo un infante le reventó sin querer el dedo con un martillo. Marcos entre el dolor y el nerviosísmo le dijo.
- Pendejo hijo de puta.
Después salió corriendo para el hospital.
La cosa es que empecé hablando de que era una buena persona. Y realmente lo era. Nunca había engañado a su mujer. Pero lo cierto es que en las épocas en que la Iglesia expande el amor por el mundo, Marcos y Claudia, su mujer, decidieron separarse. A partir de ese momento se produjo un quiebre en la vida de este buen hombre.
Tener que irse de su casa no le fue fácil. Tenía dos hijos, Tomás y Luciano, a los que amaba profundamente. Y dejar de verlos le rompía el corazón día a día. También amaba a su mujer, claro. Pero la convivencia fue empeorando semana a semana, hasta que ellos decidieron dejar de convivir.
Como ya dije, éste fue el quiebre de la vida de Marcos, o Marquitos como lo seguían llamando los más íntimos, incluído su padre. El día que Marcos fue a buscar sus cosas a su antigua casa sintió un vacío que nunca volvió a llenarse.
A partir de ese momento dudaba absolutamente de todo. De sus actos, de sus palabras, de sus respuestas, de sus amores. Dejó poco a poco de frecuentar a sus hijos y a su ex mujer.
No porque no quería hacerlo, ni porque no tuviera el coraje, sino que pensaba que éstos quizás ya no querían verlo. Eran tantas las dudas que se generaban en su cabeza. Sin embargo, nunca encontró respuestas.
Se sentía únicamente seguro de que la bebida lo salvaría de su nueva mala vida. Tomába día y noche. Su mujer empezó a llamarlo cuando dejó de visitar a los chicos. Le parecía muy raro porque repito: el era una buena persona.
Cada vez que alguien llamába al teléfono Marcos hacía oídos sordos. Se sentía hasta inseguro de contestar. Y más si pensaba que era su ex mujer.
Marcos no veía absolutamente a nadie. Mejor dicho, sí a su almacenero, que empezó a dudar de Marcos a medida que su estado iba decayendo. Poco a poco, se iba hundiendo.
Sin fuerzas ya para nada enfermó. Claro no quería tomar medicamentos. Creía que le podrían hacer mal. No se movía de su cama. Las únicas veces que se levantaba era para ir a servirse alguna copa de ginebra o de vino.
A veces dudaba hasta de levantarse. Pensába que alguien podría haber entrado a la casa.
El último acto que hiso con completa seguridad fue el de subirse a la silla, y colocar su cogote en una soga para después dejárse caer.

2 comentarios:

ElChapa dijo...

LA puta MAdre!!! Cada vez mejor Martincho, fuera de joda!

Bueno, ya me actualicé con tus tristes escritos (espero que entiendas triste como realmente se debe entender :D) y estoy de vuelta para seguirte con muchas ganas en esta blogósfera!

Eso sí, no sé si nos veremos pronto! Voy a empezar a estudiar en Buenos Aires (Comunicación Social) y quizá no esté en Roca hasta mitad de año...pero nos hablamos por acá señor!

Cuidate mucho!
abrazo!

Anónimo dijo...

hoY LOCO conoci a Marcos Lopez sentado en el porchh de una casita, al tipo se le pintaba la cara con el mas proundo bajon. pero no era un buen tipo. "·$%&/()·$%&/()

que no pegueeeeeeee e