24 jun 2008

Sobre la felicidad que no conocíamos

La carencia que circulaba por estos lugares iba en aumento. La creciente demanda de felicidad que todavía no podíamos cubrir. Y por el panorama que estábamos viendo desde aquí, no vendría durante un largo tiempo. Es que nadie por aquí podía darnos una clara definición de lo que era la felicidad.
- Es como reír – dijo un simplista.
- No, no. Es un estado del alma en el cual esta se siente completamente satisfecha por las realizaciones que llevamos a cabo en nuestra vida – aportó otro, al que no terminé de comprenderle.
Entonces quedamos debatiendo horas y horas, a ver si alguno de nosotros lograba acercarse al concepto que queríamos definir. Luego de dos horas, algunos se fueron. Ellos se fueron, pero la felicidad no llegaba aún.
- Es que mañana laburo – se excusaban estos que se fueron
Entonces, quedábamos algunos pocos. Esperando y debatiendo. La espera parecía no tener fin. El debate tampoco.
- ¿Si lo dejamos para otro día? – preguntó uno de nosotros.
Ninguno pudo contestar. Quizá ya no queríamos saber de que se trataba aquel concepto. En un momento éramos sólo tres. Sólo tres. Nada más, ni nada menos.
- Me van a disculpar, pero el sueño me está matando – nos mintió el tercero que quedaba.
- Sí, la verdad que yo también, estoy muerto – agregó mi última esperanza de discusión.
¿Cómo era posible que me dejaran solo con semejante problema? ¿Cómo podían, gente que yo apreciaba y compartía, hacerme esto?
Yo por mi parte, no iba a rendirme. Y alguna luz se prendió en mí. Pensé y pensé por algunas horas que aquellos momentos en los que estaba con toda esa gente debatiendo no habían estado mal. Gente que yo conocía y apreciaba. Me convencí de que no habían sido momentos tan desagradables. Es más, habían estado realmente lindos. Y allí sucedió.
- Eureka – dije en el momento en el que mi debate interior concluía.
Aquellos, pequeñísimos momentos en los que estuve con esa, mi gente, habían sido felices. Pero todo volvía a ser tan triste cuando me di cuenta de que la felicidad es tan momentánea y se va tan rápidamente que ni siquiera nos percatamos cuando se haya aquí, junto a nosotros.

No hay comentarios: