10 feb 2008

¿Suicidio o asesinato?

El primer nombre que tuvo Bernal fue Popo. Se lo había puesto su primer dueño. La adaptación a un nuevo nombre no debe ser nada fácil para un perro. Pero como a Mario (su primer dueño) lo había matado la bebida, el se buscó otro dueño, porque para un perro es muy triste estar totalmente solo. No puede no tener un dueño. Es su mayor necesidad. Lo cierto es que Mario fue su dueño por solo dos años. No es que sea poco tiempo, pero si en comparación con Norberto, su segundo dueño, que lo cuidó once años.
Mario un día se sentía realmente mal. Un cinco de mayo. Fue como pudo al hospital. Escribo como pudo, porque estaba totalmente borracho. En la puerta del hospital vió a Bernal, como el lo había apodado, por última vez. "No se permiten animales" se leía en la entrada del sanatorio. Sinceramente no se porque, pero Mario saludó aquella vez particularmente a Bernal más que a sus otros perros (tenía cinco). Los cinco perros esperaron y esperaron, casi tres días. Como Mario no salía intuían lo que pasó. Ninguno de ellos pensó que Mario se había ido sin despedirse.
Cada uno de los cinco canes, tomó su propio destino. Sabían que a pesar de tener otro dueño no sería lo mismo. A Mario lo consideraban especial.
Con tres de ellos, realmente no se que sucedió. Al otro perro, que se llamaba Guado, sé que lo mató un Rottweiler. No le dió la mínima chance de vencerlo. Guado era viejo igual.
Bernal, estuvo un año entero buscando dueño, nadie lo quería agarrar, adoptar. Un año entero vagando por la calle, buscando algún amigo.
Hasta que el 29 de febrero, encontró a Norberto. Ese día hacía calor. Mucho, era verano. Cuando lo vió Norberto sintió lo que se siente al enamorarse a primera vista. Obviamente nunca tuvieron relaciones. No se gustaban.
Norberto no quería ningún perro más, con Popo le era suficiente. Y Popo tampoco necesitaba otro compañero. Con Norberto le era suficiente.
Era una relación de amigos. Compartían toda la comida. Absolutamente todo. Norberto no era bebedor, como Mario. Quizá eso a Popo le hacía sentirse más seguro.
Pasaron once años juntos. Sin despegarse.
Norberto creía haber encontrado algo por lo que realmente vivir, aunque la calle no es el lugar para hacerlo. Pero el no podía elegir eso. Era su suerte. O su mala suerte.
Lo que nunca llegó a comprender realmente Norberto es porque a veces la vida es tan injusta. Quizá fue porque no tuvo tiempo pensarlo, ya que las seis puñaladas lo mataron en el acto, o porque tal vez no halla una respuesta para eso.
Popo se quedó quieto, cuando mataban a su dueño; un rato después empezó a ladrarle. Pero no había testigos. Era de noche en Capital, y hacía mucho frío. Norberto tuvo peor suerte; él no pudo despedirse de Popo, como lo había hecho Mario.
Popo se quedó toda la noche juntoa Norberto. Esa fue su verdadera despedida. Se despertó cerca de las seis de la mañana, justo cuando llegaron a buscar el cadáver. Allí ya había mucha gente, y también algunos amigos de Norberto. También habían traído sus perros. Ellos, los perros, parecían estar en luto. Sabían lo doloroso que era perder al dueño.
A eso de las nueve de la mañana, un auto lo levantó por el aire. Todos los perros que estaban presentes, no comprendían si Popo no había visto el auto, o sí tal vez, había decidido no sufrir más.

No hay comentarios: