16 feb 2008

"Buenas tardes vecina"

María Blanca Díaz Pedrera deja la CARAS en el revistero. Se ha aburrido de leer acerca de Gustavo Cerati y Roberto Pettinato. Se dirige a su jardín delantero y observa que la camioneta de su vecina, Clara Ortíz, ya está estacionada. Son cerca de las siete de la tarde.
Clara, deja su máquina. Acaba de mandarle un mail a su amiga que vive en Madrid. Observa por la ventana que María está regando, y decide hacer lo mismo.
- ¿Cómo estás María? - pregunta Clara.
- Bien ¿y vos? - responde María.
- Yo bien, llegando de las vacaciones - le dice, al mismo tiempo que gira la canilla.
- Ah, es verdad. ¿Cómo les fue? - se sorprende de manera falsa.
- Divino. ¿Ustedes también viajaron no? - contesta y pregunta Clara.
- Si. También hermoso.
Por un momento las dos se quedan en silencio. Cada una riega las plantas con algo de desgano. El teléfono de María suena. Sin embargo, ella lo ignora. Clara advierte esto, pero decide callar.
En un momento las miradas entre ellas parecen ser más tensas.
- Pero, decime María, ¿ustedes viajaron poco no? Porque nosotros nos fuimos, y ustedes estaban, y volvimos y ya habían llegado - Clara le pregunta a María mirándola fijo a los ojos.
- Sí. Viajámos menos que ustedes. Es que Pinamar estaba muy caro. ¿Ustedes fueron a...? - simula olvidarse.
- A Mar de Ajó fuimos - contesta Clara, un poco enojada.
- Ah mirá - le dice María sin mirarla.
- Pero, ¿ustedes tienen parientes ahí en Pinamar, no? - Clara trata de contratacar.
- Sí, el tío de mi marido - confiesa María, algo avergonzada.
- A mí la verdad que eso no me gusta. Nosotros fuimos a un hotel hermoso la verdad - manifiesta Clara, algo orgullosa.
- ¿En Mar de Ajó un hotel hermoso? Que raro - María se sienta al tiempo que dice esto.
Las dos otra vez, dejan de hablarse. El teléfono de María vuelve a sonar. Ella, ahora, va a contestar.
- Escucháme María - trata de llamarla Clara.
- Esperáme que me suena el teléfono - le explica María, de forma algo antipática.
"Que mal educada" piensa Clara. Después de unos minutos María vuelve a regar.
- ¿Me querías decir algo Clara? - pregunta María.
- No - Clara ya no desimula y mira fijo a los ojos a María.
- Ah, pensé que sí - aclara María.
Pasan un rato más en silencio, hasta que Clara vuelve a dirigirse a María.
- No sabés lo que era el hotel...
- ¿A qué lugar habían ido? - grita María.
- A Mar de Ajó querida y a un hotel - Clara le responde a María algo molesta.
- Ah, cierto. Nosotros ahora nos vamos a un hotel, a Mar del Plata - le comenta María y sigue - ¿Ustedes ya no viajan más no?.
- No - responde Clara, casi llorando.
- Ay que pena - confiesa María y continúa - me voy a cocinar, que les vaya bien acá en el centro.
- Bueno, nosotros hoy pedimos comida - exclama Clara.
Las dos cierran la canilla. Se saludan sin quererlo y se van a sus casas, al mismo tiempo que empiezan a pensar en la discución de mañana, cuando la tarde las encuentre otra vez, regando.

1 comentario:

Anónimo dijo...

que buen relato...pero que envidia la de estas vecinas!!!espero no llegar asi cdo sea grande..de todas maneras el no contestar el telefono ya es parte de mi cotidianeidad...
salud mil